Día 4. Noctis horribilis - 18 julio 2008.

Nos levantamos temprano como iba a ser habitual desde entonces. A las 7.30 suena el despertador, y tras los remoloneos desayunamos el típico "breakfast", pero no "full", que no queremos alubias.

Inmediatamente vamos andando a visitar el castillo de Harlech. Está situado en un antiguo acantilado, y toda la explanada arenosa de abajo en la época del castillo era una gran bahía.

Recojemos los trastos de la habitación y continuamos a Caernarfon. En este castillo coronan a los príncipes de Gales. Está en relativo buen estado y lleva tiempo recorrerlo.

También hay un museo sobre los regimientos de galeses en el ejército británico a lo largo de la historia donde me encontré esta Vickers de la Gran Guerra (foto mala porque estaba prohibido hacerlas)

Saliendo de Caernarfon Pily se encuentra con la pieza de sujección del GPS en su pierna, pero del tornillo ni rastro. Ese tramo había decidido hacerlo sin GPS, y se me olvidó apretar la pieza para que no se soltase. Hasta entonces el soporte había funcionado a la perfección.

Desistimos de ir a ver el de Beaumaris y seguimos a Conwy, ciudad amurallada y con un castillo que vigilaba la bahía. Muy guapo también pero más pequeño que Caernarfon.

Como es pronto seguimos hasta Chester, por recomendación expresa de Ratbike. Tiene un centro precioso. Las casas me recordaron a esas fotos de las ciudades de Flandes, aunque la catedral no es muy allá. También hay un anfiteatro y un jardín con ruinas romanas, y una muralla en la que a lo largo del tiempo han ido construyendo contra ella y ahora sólo ves un camino entre los edificios, así que pasamos de recorrerla.

Eran las 6 y queríamos avanzar, así que decidimos rodar un par de horas para llegar más o menos a la altura de Lancaster. Había metido los travelodge en el gps y salían varios por allí. Rodeamos Liverpool entre intenso tráfico: era hora punta y viernes y los 4 carriles iban llenos. Al poco se puso a llover intensamente, y como en la visita a Chester yo no me quité el pantalón impermeable, los vaqueros sustitutos al pantalón de cordura empapado también estaban empapados, esta vez de sudor, lo que daba una sensación de frío nada placentera. Pero con la duración prevista llegamos al esperado hotel... que estaba completo.

Seguimos al siguiente, que está a media hora. También lleno, y nos dicen que el único con plazas está en Carlisle (a 80km). Cenamos en un Burger King de la autopista y como estábamos cerca entramos en Kendal, ciudad mediana y turística por ser puerta de entrada al Lake's District. Eran casi las 10 de la noche, y todos los B&B que veíamos estaban llenos. Preguntamos en varios hoteles, llenos. Encontramos un B&B que nos pide 65£ por una habitacionucha con la ducha en un armario y la taza comunitaria fuera de la habitación en otro armario-zulo. Y le decimos que no.

Encontramos más B&B escondidos... llenos. Nos tragamos el orgullo y volvemos al de antes, y nos lo encontramos "lleno" (aunque supusimos que era mentira). Aquello se estaba poniendo difícil, la lluvia arreciaba y la gente nos miraba, unos "extrañados", otros "asqueados" y alguna gilipollas "descojonada".

Nos dan las 12 sin encontrar nada y alguien nos dice que en un hotel cercano de la autopista aún quedaba algo cuando él pasó. Tiramos hasta allí y nada. Damos la vuelta y continuamos entre inmensas ráfagas de viento y lluvia hasta Penrith. Los camioneros que circulaban debían estar flipando con unos españoles a las tantas en moto y con ese tiempo.

Penrith es grande, pero no tiene muchos alojamientos. Encontramos alguno y nos dicen que no hay nada. Volvemos a la autopista hacia el norte y paramos en otro área de servicio. El hotel pide 180£ (227€) por la habitación. El holandés que preguntó se dio la vuelta a la vez que yo al oir el precio.

Decidimos ya alcanzar el travelodge de Carlisle, que está en un area de servicio pero del otro lado. Buscando un paso mal indicado por debajo de la autopista nos perdemos varias veces, por una carretera sin lineas, ni luces, charcos enormes... voy pensando que no puede ser por ahí, que si nos pasa algo a esas horas no nos encuentra ni el Tato, que estamos cansados y es fácil que nos pase algo. Nos ponemos a dar la vuelta y sin saber cómo me encuentro la moto en el suelo, yo de pie y Pily sentada en el suelo.

Tras comprobar rápidamente nuestro estado físico levantamos con bastante esfuerzo la moto y nos apartamos a la orilla. Afortunadamente sólo se había torcido el espejo, que pude arreglar sin sacar la herramienta. La caída la soportó principalmente la maleta.

Seguimos, más cabreados y desesperados todavía, y encontramos el hotel, también lleno. Así que siendo ya cerca de las 2.30 de la mañana, y sin parar de llover, instalamos la tienda de campaña en un lugar apartado del área de servicio.

Y me decían que ya había gastado toda la mala suerte para este viaje... ¡JA!

Jornada: unos 500km. con todas las vueltas

Comentarios

  1. Pues que final de día más complicado, sobre todo porque al final, tuvisteis que montar la tienda.

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