Valencia. Viaje a Mora. I - junio 2009

El miércoles 24 de junio, 3 meses y 3 días después del accidente, recogí la moto del taller, aún si terminar del todo. Le falta arreglar el depósito.

Había pedido vacaciones para salir el viernes de tarde después del curro, y al final las vacaciones me las dieron indefinidas. Así que antes de lo previsto salimos corriendo hacia La Robla (pto. de Pajares), donde nos esperaba Motoret, que volvía a Valencia después de su viaje por el norte.

Nuestra intención era acudir al XI Arrejuntamiento de Mora, de los es.charla.moteros, que se llama "de Mora" pero no se hace en Mora, sino en Alcalá de la Selva. 11 años viendo cómo se organizaba y nunca acudiendo por estar ATPC de casa. Esta vez la luna se alineaba para ello, y de paso para conocer algo por el camino.

La jornada discurrió aburrida por autopista hasta Burgos, donde habíamos reservado en un viejo hostal muy a las afueras, ya que eran las fiestas de San Pedro y no había nada más. Cenamos, dimos un paseo nocturno por Burgos, y a las 2 y pico nos fuimos a la cama, que al día siguiente nos esperaba una larga jornada.


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A la mañana siguiente nos liamos poniendo el soporte de GPS a mi moto. La mariposa que lo aprieta se me cayó por encima del chásis y bajo el depósito, y hubo que levantarlo para poder cogerla.

Una vez en marcha atravesamos los parajes llanos de Soria, jugando a mantener la velocidad "constante" entre 100 y 120 incluso en los adelantamientos. No fue por placer, sino por necesidad: mi rueda trasera estaba en las últimas y necesitaba llegar a Valencia con ella.

Subimos varios "puertos" y "altos", que no sabíamos que los estábamos subiendo hasta que veíamos su letrero, y tras sufrir la enorme recta entre Soria y la frontera con Teruel, bajamos de la meseta y llegamos a Calatayud.

El juego nos llevó a llegar a Calatayud con el record de consumo mínimo, 5.39l/100km, a pesar de ir cargados.

Hicimos un alto en Calatayud para comer, bastante bien, en una franquicia Rokelin. El calor apretaba lo suyo, pero aún así le echamos valor y salimos a conocer el pueblo.

Seguimos por las nacionales y atravesamos Daroca, que quedó apuntada para una visita más profunda.

Hicimos un alto en Teruel, para beber y descansar un poco el culo. El calor y el aburrimiento de las rectas nos estaba pasando factura.

Alegrándonos de lo poco que nos quedaba para llegar, recorrimos la carretera hasta Cedrillas, disfrutando como enanos del enreversado puerto de Cabigordo (1600m). Desde Cedrillas a Alcalá de la Selva unas señales nos advertían de gravilla en la calzada, pero una cosa es gravilla y otra que estuviese levantada entera.

No sabíamos dónde estaba el albergue exactamente, y nos pasamos un pelín. Ya que estábamos, disfrutamos de unas curvas.

Tras los saludos varios, se dio paso a la cena, a la sangría (aderezada en mi caso con un vodka ruso que trajo Martin de S.Petersburgo), a los futbolines, a la degustación de jamón y a las conversaciones nocturnas.

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