Por el País Cátaro III

DIA 3. CARCASSONNE - CARCASSONNE (40km)

Día de tranquis. Por la mañana sin prisa estuvimos visitando la Cité, la ciudadela de Carcassone. Nos acercamos en moto tranquilamente siguiendo las señales. Al pasar por la Bastida vimos de día lo impresionante de sus muros mientras seguíamos el tráfico. Día de diario normal, un martes, mucha furgoneta de reparto.

Cruzamos el puente nuevo admirando las mejores vistas que tiene la ciudadela, el lugar desde donde sacan todas las fotografías de las postales, con el puente viejo, las murallas y el castillo. Nada más cruzar me metí a la derecha hacia el puente viejo, para verlo de cerca y buscando la subida. Tras mucho callejeo por los antiguos arrabales conseguí dar con la verdadera subida. Probablemente estaba bien marcada, pero soy un poco retorcido.
 

Al final apareció un pequeño parque convertido en parking de motos junto a la entrada principal, y con un poco de sentido la dejé a la sombra. Serían las 10 de la mañana. Mucho tráfico de motillos, especialmente Hondas pequeñitas (o sería siempre la misma dando vueltas?) y furgonetillas de reparto Piaggio, pequeñajas, ideales para los interiores de la ciudadela como comprobaríamos.


La entrada impresionaba, la puerta de Narbona, con tanta muralla y tanta torre. Magníficos. Al cruzar la puerta vimos que no había mucha gente todavía, las calles vacías, había que aprovechar. Fuimos recorriendo todos los recovecos posibles, primero por entre las dos murallas, luego por dentro. La catedral por dentro no merecía la pena para nada, lo más guapo de allí era el hotel de al lado.








Después de un buen rato callejeando vimos que no había más, así que hicimos cola para el castillo. Tendríamos que haberlo hecho al revés, primero el castillo y luego el resto, porque entonces sí, había una buena cola y estaba petado de gente. La visita al castillo es carilla, pero ya estás allí y qué vas a hacer. Si no te atraen nada los castillos lo dejas y sigues por la ciudadela, que es gratuita, no deja de ser un barrio de Carcassonne.


El castillo pues pse, por visitar las murallas desde arriba. El castillo a primeros de siglo estaba en ruinas, la piedra se aprovechaba en otras construcciones. Con el romanticismo del s.XIX se empezó a investigar y excavar, fueron saliendo a la luz las historias de los cátaros, y al final con el dinero del turismo se fue reconstruyendo. A saber si esos remates en cucurucho en las torres, tan de cuento, eran así en su día.








Encontramos una tienda de bocadillos con un patio para comer allí mismo, por poco dinero para lo que es Francia, a 4.50€ el bocata de pollo, y volvimos al hotel. Ya no había más que ver en la Cité. Hicimos compra en un supermercado tipo Carrefour que teníamos al lado del hotel, Géant se llamaba. Lo que más nos llamó la atención fue la pilísima de neveras para quesos que tenían. Y nosotros encantados. También tenían una sección de embutidos españoles: jamón, chorizón, salchichón, etc. Las latas de cerveza eran todas de medio litro, menudo problema... jajajaja, (ahí, cerquita del aire acondicionado para que enfríen)



Carcassonne - Caunes Minervois y vuelta (20+20km)

Eran las 6 de la tarde y no teníamos ya qué hacer o mirar. Había apuntado un pueblo en la guía por si cuadraba, y estando tan cerca pues para allá que fuimos. Nada, un pueblo de callejuelas, como los muchísimos que hay por España, y sin nada especial aparte de una iglesia románica a la que le queda poco de románica. Y unos pláganos enormes.


Eso sí, sin un alma por las calles, yo no sé dónde se metían a las 7-8 de la tarde. Aquí a esas horas las paisanas están en su banco típico hablando o echando la partida. Allí no, todos escondidos, sólo les faltó cerrar las contraventanas al pasar nosotros. 








Pues nada, vuelta al hotel y a cenar en la terraza relajadamente junto a dos pequeños lagartos que andaban por allí. ¡Veis lo que decía de que parecía un puti?



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