Por el País Cátaro V

DIA 5. NARBONNE, BÉZIERS (185km)


Después de subir a tantos castillos tocaba un día de tranquis. Salimos hacia las 10 conociendo la nacional para no pagar peajes hasta Narbonne. Algo de tráfico y bastantes semáforos y pueblos, así que en caso de viaje con prisas este tramo no compensa.

 

No esperábamos nada de esa ciudad, y sin embargo nos gustó lo que encontramos. El centro ciudad son básicamente 4 calles junto al río, con sus esclusas y sus barcos, el ayuntamiento-castillo y la catedral. Todo muy cuidado.

En el centro de la plaza hay un cuadrado para pisar la calzada romana de la Galia, la Via Domitia.









Se visita rápido en caso de tener prisa, que no la teniamos, así que nos dimos un paseo por el centro, visitamos el mercado de abastos, pululamos un poco por el mercadillo y nos encontramos con el Horreum de Narbona.

El Horreum es una galería subterránea, y tiene cámaras independientes a cada lado. Era un almacén donde cada mercader guardaba sus productos a la fresca (por eso es subterráneo) en su propia cámara. Algo parecido a un subterráneo de trasteros, a la romana. Interesante y fresquito.



 

Comimos a la sombra en el parque junto a la catedral y el castillo y dimos una vuelta por su interior, poco interesante.





Salimos hacia Béziers. Intentamos ver las esclusas de Fonserannes, pero estaban en obras y no dejaban acercarse.


Así que con la decepción entramos al mismo centro de Béziers, aparcamos junto al parque y nos acercamos caminando a través de callejuelas ensombrecidas por paraguas hasta la catedral. La ciudad se la ve vieja, con edificios más propios de los años 60 que de ahora. En general todos los pueblos que hemos visto están un poco atascados en esa época.


No esperábamos nada de esta catedral, viéndola desde fuera, ni desde dentro. Pero nos dejaban subir a la torre por la voluntad, y con voluntad subimos. Las vistas que nos encontramos fueron lo mejor de Béziers.





Como estábamos de tranquis nos tomamos unos refrigerios en la plaza del ayuntamiento, aprovechando el wifi, antes de arrancar de vuelta a Carcassonne. Granizado de cocacola para el pilotazo, que tiene que pilotar.



Un pequeño paseo más a visitar unas supuestas ruinas romanas del circo, que resultaron ser un parque para que los perros caguen, y ya fuimos a por la moto.



Buena carretera, con tráfico asequible. No creo que se pierda mucho tiempo con respecto a la opción autopista pasando junto a Narbona (a velocidades legales), y te ahorras los peajes. No te ahorras muchos km, sólo 10 según googlemaps.

Por el camino nos desviamos un momento hasta Minerve, pueblo medieval sobre una isla escarpada en medio de un río medio seco. Pueblo curioso, pero eran las 7 y ya no nos apetecía caminar por allí. La carretera para llegar entretenida, sin más.





Al atravesar Trèbes me llamó la atención la pila de terrazas y gente reposada a orillas de los embarcaderos del Canal de Midi. Aquello parecía un pueblo de mar. Seguro que el atracadero es más barato que el de Carcassonne, y por eso está lleno.



Entramos por el centro centro de Carcassonne para echar un último vistazo, pues era nuestro último día allí.


Y aquí una foto del lagarto que nos acompañaba en las cenas. Del mismo largo que las lagartijas, pero como 3 lagartijas de ancho.




Comentarios