Fiesta motera en Sariego

Por causas del destino fui invitado por mi amigo Barón a participar en una fiesta motera privada: "entre amigos, todos nos conocemos, unos 50 o así" fueron sus palabras.


Dado que apenas había cogido la moto desde la Invernal -sólo para ir a un nuevo Acocidamiento a Santiagomillas (van unos cuantos ya)- me apetecía bastante respirar un poco de ambiente motero; y estando aquí al lado, y debido también a las poderosas razones culinarias, tuve que asistir al evento obligadamente.
Se trataba de la II Fiesta Motera del Motoclub Sariego, a la que se acudía bajo invitación, como dije, y pagando 15€ que resultaron muy aprovechados.
La primera sorpresa al llegar fue la cantidad de gente que había, unas 200 personas, había invitados como para una boda. Juer con la fiesta privada.
Lo primero era lo primero, y fue ir a por nuestra camiseta. Muy chula, y con la publicidad presente pero discreta, lo cual se agradece porque no me gusta el estilo Ángel Nieto.
Al poco de llegar sacaron el almuerzo, para coger fuerzas antes de la ruta. Una espicha en toda regla a las diez y media de la mañana bajo un sol que empezaba a calentar lo suyo: tortilla, cecina, chorizón, jamón, huevos cocidos, con agua, o sidra y vino para el que quisiera entonarse (entre la fauna motera hay alguno que va de pasajero, ¡mal pensaos!).





Comenzó la ruta, bastante enreversada, en la que a mi juicio sobró algún tramo en mal estado que se podría haber sustituido, como el de Pintueles. Tuvo asfaltos y anchos de todo tipo, rotos y estrechos, y nuevos y anchos. La organización estuvo perfecta marcando los cruces. La única nota mala se la pongo a que la gente se tomó la ruta cada uno a su bola: unos en modo "maricón el último", y otros en modo "pues que me esperen". Así entre cabeza y cola del "pelotón" debía haber 10-15 min perfectamente.
Tras 60km y aprox. 1h de ruta, hicimos una parada en Villaviciosa para vermut, confraternización y unos cuantos sacudirnos las alergias. Después anduvimos otros 40km por el Alto del Forcayao con otra parada de refrigerio muy cerca ya de Sariego. Y finalmente volvimos a Sariego para la comida.


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A la entrada a la plaza del pueblo nos encontramos con una cámara de la TPA, que se puso a hacer una entrevista a la organización a pleno sol, a las 3 de la tarde, con un calor de aupa, y quiso que de fondo estuviésemos todas las motos. Aguantamos 5 minutos. Supu.



¡Y llegó la comida! Me puse hasta las trancas de rica fabada: comí 2 platos de cada tipo (se cocinó en dos perolas distintas, y tenían distinto sabor), y rematé con un arroz con leche. Luego un chupito de orujo casero, para aposentar un poco.

Tras la comida empezó la fiesta propiamente dicha, con actuaciones de dos buenos grupos y sorteo de regalos.


A media tarde ya tenía la rodilla más pa'llá que pa'cá, por una quemadura que me había hecho la semana antes con la hierba artificial, jugando a fútbol 7. Estaba que no me aguantaba de dolores, así que a eso de las 9, antes de que nos dieran la hamburguesa para cenar, obligué a Pily a que nos fuésemos a casa.
Pese a que la tarde no fue muy agradable por el dolor de rodilla, todo el día en conjunto lo pasamos estupendamente, con la compañía, el ambiente y esa estupenda fabada.
Un saludo a los amigos del Motoclub Sariego, gracias por invitarnos.















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